Museo Quai Branly: Un concepto estructural desafiante realizado con acero de ArcelorMittal

Como una extraña nave anclada a orillas del Sena, el museo del Quai Branly se compone de tres edificios, cada uno con una fuerte identidad: el museo, el edificio de la administración con su fachada vegetal y el edificio dedicado a la gestión de las colecciones y la biblioteca con sus pinturas aborígenes. El diseño exigió una solución en acero – ArcelorMittal suministró perfiles estructurales, chapas para forjado mixto y paneles de fachada.

Descripción

Diseño arquitectónico

El emplazamiento, excepcional, formando una curvatura con el Quai Branly y la orilla del río y a 100 metros de la Torre Eiffel, había sido elegido para acoger el Centro de Conferencias internacionales (Francis Soler fue galardonado en el concurso en 1990), uno de los grandes proyectos abandonados de François Mitterrand.

El proyecto de la agencia Nouvel ahorra terreno, ocupando sólo un tercio del mismo y se convierte en puente dejando más espacio para el jardín diseñado por Gilles Climent, un regalo espléndido y fastuoso para la ciudad (18.000 m2). La omnipresente calle de la Universidad ofrece vistas inesperadas y se despliega también por el lado norte del muelle, protegida del ruido por una gran pared de vidrio de 200 x 12 m de altura (una técnica ya utilizada para la Fundación Cartier en París). En el jardín, al que se le ha dado forma ondulada, se han plantado más de 178 árboles y una treintena de especies diferentes.

Este escenario al lado del Sena está protegido al oeste por una impresionante fachada vegetal diseñada por Patrick Blanc para las oficinas de la administración, cuya volumetría sigue en transición la construcción parisina tradicional.

De la Torre Eiffel, la morfología del museo destaca la parte constructiva y arquitectónica, dejando entrever una articulación en dos entidades, casi una rotura de la nave que plantea inmediatamente preguntas sobre la estructura del edificio. La complejidad del concepto en el momento del concurso inducía al empleo de una estructura de acero, un bonito gesto cuando estamos tan cerca de la bonita dama de hierro de Eiffel.

Los que relegan a Jean Nouvel al solo placer de la arquitectura metafórica y contractual, deberían estudiar las estructuras del museo, los voladizos de Lucerna, de Lille y de Madrid. Todas las realizaciones, fingiendo hacer caso omiso de la técnica, son llevadas con ímpetu al límite. La rampa de acceso a las colecciones, los dos niveles colocados sobre 23 pares de postes pendulares, las cajas museográficas en cornisa colocadas sobre los voladizos del suelo, las fachadas frontales y traseras, la barrera vegetal, todos ellos constituyen unas formas de desafío.

El museo y sus estructuras

Colocada sobre las infraestructuras de hormigón que albergan el auditorio, las reservas, los talleres y los aparcamientos, la estructura de acero del museo está construida como un puente que tendría dos niveles superpuestos (niveles + 42 y + 53) apoyados sobre postes pendulares dispuestos de forma aleatoria como los árboles de un bosque sagrado, uno de los temas subrayados en el texto de intenciones en el momento del concurso. («Es un lugar marcado por los símbolos del bosque, el río y las obsesiones de la muerte y del olvido...»). Este concepto ya se aplica a las puertas de entrada, que alcanzan los 34 metros y los correspondientes voladizos, de hasta 15 metros.

Con una longitud de 200 metros, estos dos niveles están separados en dos bloques (este y oeste) mediante una junta de dilatación a nivel de la separación. La disposición aleatoria de los postes ha pesado en la elección del modo estructural. Fruto de un proceso iterativo complejo, la topología final de la estructura es resultado de un diálogo sostenido entre Jean Nouvel y los equipos de los ingenieros Jacques Faure y Florent Millot. Intentando racionalizar la estructura, estos últimos han cedido a las exigencias del arquitecto y optado finalmente por una trama irregular de vigas reticulares y de travesaños unidos a un suelo que colabora con sus 14 cm de grosor, todo ello montado sobre postes tubulares articulados de 700 mm de diámetro.

La posición de los postes y las mallas de las vigas con sus voladizos dificultaban el empotramiento de los postes, resuelto gracias a las articulaciones en cabezas y pies. Si esta solución resolvía el problema, imponía otro diseño para la estabilidad general de la obra. Esta última está asegurada mediante 3 núcleos técnicos de hormigón en la parte oeste, el único núcleo que necesita tener un megapórtico de estabilidad al nivel de la separación. Para cada uno de los niveles, la red de vigas está unida mediante bielas a los núcleos para transmitir los esfuerzos horizontales de la estructura de acero.

La construcción de este mecano no puede ser más delicada. De lo contrario, a las estructuras tradicionales cuyas coordenadas de los nodos se inscriben en una rejilla ortonormalizada, la localización aleatoria de los postes no daba muestras de facilitar su montaje. Su colocación por los topógrafos se llevó a cabo siguiendo un principio de triangulación. Se bloquearon provisionalmente en vertical en espera del montaje del emparrillado de las vigas. A pesar de esta búsqueda de precisión, el constructor metálico Joseph Paris ha tenido que improvisar, explica Rodolphe Cétin, el jefe de obra: « La puesta a punto de un sistema de corolas soldadas a las vigas en el taller ha permitido ajustar exactamente las vigas mediante soldadura en obra».

El primer nivel de piso acoge la rampa que desemboca sobre un volumen de distribución que lleva al escenario de las colecciones permanentes. Soporta también las cajas museográficas en voladizo colocadas mirando al Sena. Quince metros por encima, el segundo piso lleva en su fachada un nivel de entrepisos suspendidos perforado por los postes de la estructura, pero sin tocarlo.

A cielo abierto, este nivel acoge lo que es ya un nuevo icono parisino. Con su terraza panorámica con el suelo moldeado de hormigón desactivado hueco, fraccionado con múltiples juntas de látex, bordeada de estanques, subrayada en sus dos extremos por la biblioteca y el restaurante cubierto con una lámina de cristal, ofreciendo este último vistas inéditas de la capital, constituye un espléndido regalo. Aquí la torre Eiffel, a dos pasos el Sena, enfrente el Palacio de Chaillot, más lejos el Grand Palais, el Dôme des Invalides, más allá Notre Dame, el Sagrado Corazón.

La rampa

Basada en un camino iniciático que empieza en el jardín, la museografía conduce al visitante a las entrañas del museo por una rampa de 180 m de largo de placas de acero soldadas y revestidas con un medio blanco y yeso que serpentea suavemente respetando los descansillos conformes a la reglamentación para discapacitados. Vuelta tras vuelta colocada y colgada de la estructura del primer nivel y traspasándolo, esta rampa ha sido, con el posicionamiento aleatorio de los postes, uno de los impedimentos estructurales más importantes del proyecto. Después de varias circunvalaciones, especialmente alrededor del extraordinario silo de reservas, y después de un bucle en el escenario de colecciones temporales, se reintegra a la plantilla del edificio para tomar altura y desembocar en el espacio museográfico del primer nivel. Por razones evidentes de comodidad para los usuarios, la frecuencia propia de la rampa ha sido ajustada a 5 Hz.

 

El almacen

Destinado a acoger los instrumentos de música, el almacen está revestido por vidrieras curvas sobre una altura de 24 metros. Completamente independiente del resto del edificio, al que atraviesa en toda su altura, el almacen está formado por un núcleo de hormigón circular sobre el que se apoyan siete plataformas metálicas con una superficie total de 900 m². Constituidas por vigas y perfiles con cimbra de acero galvanizado, estas plataformas soportadas por postes tubulares están recubiertas por un entablado de enrejado metálico diseñado para admitir una carga de 5 kN/m².

 

Los entrepisos suspendidos, la rejilla técnica y las cajas en voladizo

El espacio entre los dos niveles de piso se explota en doble altura o reforzado por entrepisos suspendidos de tirantes. Estas superficies de suelo casi aéreo forman un hueco impresionante, metáfora del viaje, de la lejanía, que no puede olvidar la técnica.

Bajo el forjado se ha acondicionado un falso techo técnico, por el que discurren las redes y los conductos de ventilación. Con un espesor de aproximadamente dos metros, está formado por una rejilla en emparrillado suspendida de la estructura. Hay rutas de paso acondicionadas a través de la estructura para los equipos de mantenimiento en este hueco pintado de negro. Perforada por orificios regulares, la rejilla asegura el paso y el ajuste a voluntad de los postes de iluminación de la museografía. Dominando completamente, el escenario de las colecciones aparece por debajo por transparencia, inquietante, tan exclusivo y oscuro como la cubierta de una catedral, nos imaginamos sin esfuerzo una carrera de persecución digna de los mejores thrillers.

Sobresaliendo de forma aleatoria de la fachada que da al Sena, perforadas por aberturas ínfimas, las salas de exposiciones están colocadas en voladizo sobre las ménsulas del piso. Ensambladas en el suelo, con estructura metálica, estas 26 cajas de diferentes dimensiones, con uno o dos niveles, admiten un suelo a tono y una envoltura aislante con paneles de sandwich (caras de acero, núcleo de poliuretano). Los paramentos de resina estratigrafiada en una decena de tonalidades están fijados a estos paneles mediante listones de acero galvanizado. Ligeras, por lo tanto, en comparación con los pisos y columnas, el comportamiento dinámico de estas cajas ha sido cuidadosamente estudiado para conservar en la obra una frecuencia propia de 3 Hz recomendada por el nuevo reglamento europeo. Este límite base tiene como objetivo garantizar el confort de los usuarios y evitar una desagradable sensación de vibración de la construcción, bien perceptible en algunas pasarelas.

Innovador control de luz

El dominio de la luz en el museo es evidentemente algo capital, tanto más cuando los arquitectos desean además en sus normas una iluminación exigente (aprox. 50 luxes), un ambiente luminoso específico teñido de misterio que quieren obtener con las orientaciones norte y sur de las fachadas del museo.
La primera (cara norte) perforada por las cajas de colores, es extraña.

Está formada por una rejilla filtrante de tubos metálicos revestidos de castaño que forman un enrejado relleno de 1500 trozos de cristal. En forma de rombo, cada cuadro incluye en su estructura laminar una película con doble función. Rebaja la transmisión luminosa hasta el punto de dar al museo un ambiente de bosque denso. Es una de las piezas de la imagen de los paisajes relacionados con los orígenes de los objetos expuestos que dibuja toda la vidriera. Compuesto a partir de fotografías de la base de datos de Patrick Blanc, empieza al este por un bosque africano, continúa por la sabana y acaba al oeste con bosques de Asia y Oceanía.

La imagen se superpone al perfil de los árboles del jardín, todo ello una mezcla de realidad y ficción. La apertura de las minúsculas ventanas de las cajas multicolores actúa en función de las obras expuestas. Un símbolo para el museo realmente montado alrededor de una colección, integrado en la museografía y a la inversa. Aunque bien diferentes en su textura y en la importancia de las aberturas, las cajas recuerdan las concebidas por Carlo Scarpa para la entrada del Castel Vecchio en Verona.

Orientada al sur, la fachada posterior tiene una escritura distinta para el escenario de las exposiciones temporales y para el mucho más amplio de las colecciones permanentes.

Situado en el extremo oeste bajo el primer nivel, apareciendo en la parte de atrás como una protuberancia de la nave, el escenario de las exposiciones temporales se presenta como un volumen semicircular en espiral cerrado por tres hileras de paneles, en primer lugar de vidrieras serigrafiadas abombadas, después en escamas metálicas blancas, formando lamas de gran tamaño que se van elevando progresivamente con un movimiento reflectante. En lo alto, los cristales son perpendiculares a las escamas blancas y reflejan una luz que no deslumbra en el interior.     

Toda la facha acristalada de la colección permanente está protegida por una película serigrafiada por puntos, chapada por la cara exterior. Esta técnica vuelve la serigrafía invisible desde el interior y ofrece al espectador una visión no perturbada por la vidriera. Las lamas exteriores de metal desplegado son gobernadas por mando eléctrico. Una especie de persianas proyectadas a la italiana, sus elementos son controlados por levas verticales, las cuales están unidas por grapas de cinc. Revestidas por una degradación de ocho colores que van del marrón al rojo, un número limitado de lamas del nivel oeste están pintadas de blanco como para simular una parcelación de la fachada. La degradación del rojo sirve igualmente para debajo de la fachada del edificio. Con su pared de placas poligonales, el camino del jardín bajo el museo da la impresión de pasar bajo un extraño animal con el vientre formado por una sexta fachada.

Información del proyecto

  • París
  • Francia
  • Arquitecto:
    Jean Nouvel, Françoise Raynaud, Isabelle Guillauic, Didier Brault
    Gardens: Gilles Clément
  • 2006
  • Promotora:
    Gobierno
  • Ingeniería:
    Bet Structure
    OTH Bet Fluides
  • Constructora:
    Yann Kersalé
  • Fotos & Texto:
    Pierre Engel